Hace 45 años que no me baño en una playa. No me gusta. Por el salitre, que me dan picores, y porque me pongo perdido de arena, pero sobre todo por el sol, no lo soporto. Raro que es uno; porque a la gente le encanta: no hay más que verlos. Les relaja incluso. Ahora, yo no me baño, que en esto, como en todo, hay que defender el derecho a ser diferente.
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