Gracias a Antonio Castro por este libro, más que recomendable, necesario para los aficionados y profesionales del teatro. Es nuestra memoria. Una memoria traumática, pues nos habla de los teatros desaparecidos. En mí despertó muchos recuerdos. En más de veinte estuve como espectador; si bien es cierto que algunos, cuando los frecuentaba, ya los habían convertido en cines. Y en otros incluso trabajé:
- En el Eslava, como coproductor de “Un sombrero lleno de lluvia”.
- En el Recoletos, como productor, escenógrafo y ayudante de dirección de “Nacida ayer”.
- En el Barceló estrené mi obra “Blancanieves y los 7 enanitos gigantes” (texto, música, dirección y escenografía: también actué).
- En el Martín, como productor ejecutivo y director técnico de “Oye, patria, mi aflicción”.
- En el Benavente, como iluminador de unos recitales de Enrique Morente.
- En el Lavapiés estrené mi obra “Es mentira” (texto, producción, dirección y escenografía).
- En el Fernando de Rojas, además de ponerle el nombre, dirigí su programación como sala principal de los Teatros del Círculo durante cuatro temporadas.
Larga vida al Teatro y a los teatros, pese a los especuladores y a los políticos que permiten su reconversión en discotecas o directamente en solares, cuando no en dependencias municipales, que de todo ha habido.
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