Ayer estuve en el Teatro de la Comedia viendo “La discreta enamorada”, y al salir tenía la sensación de haberme quedado a gusto, algo que debería ser lo normal, que a eso es a lo que vamos al teatro, a disfrutar, pero que, lamentablemente, no siempre es así. La Joven Compañía y los algo menos jóvenes estuvieron de dulce. El escenario irradiaba teatralidad. Y metateatralidad. Ver a los técnicos implicados en la acción (la puesta en escena lo demandaba) fue una gozada. Y me explico, que a los que no sois de teatro, puede que esto os suene a chino.

A finales de los 50, en mi primera experiencia teatral, no recuerdo que fuera así, pero en los 70 ya se percibía un enfrentamiento entre los equipos técnicos y artísticos que, en ocasiones, rayaba en la hostilidad. Distanciamiento que culminó con la negativa de los técnicos a dejarse ver en el escenario; hacían su trabajo a telón cerrado o en la más absoluta oscuridad y, si la puesta precisaba cambios a la vista del público, debían ser los actores (en ocasiones contratados solo para este fin) quienes lo hicieran. Yo he vivido situaciones en las que hasta se negaban a salir a saludar. Y no fueron los técnicos los principales responsables de que se llegara a esa situación, aunque ahora eso es lo de menos, lo importante es entender que esa compartimentación es un lastre que hay que superar. El teatro debe hacerse entre todos, sufriéndolo entre todos y disfrutándolo entre todos. Por eso ayer, viéndolos jugar a un mismo juego, ya antes de empezar se presentía que íbamos a ver una buena función.

Que la puesta en escena por momentos convierta a actores y técnicos en espectadores de los enredos de la obra, es la clave de esta integración que se manifestó ya desde el principio, con técnicos ayudando a vestirse a una actriz, peinándola, dando letra en un fingido olvido, iluminando foco en mano, atrezando la escena entre todos y haciéndolo con teatralidad, tanto en los movimientos como en la permanencia en escena. Hasta bailan y cantan juntos en un momento de la representación. Hacían teatro y lo disfrutaban, y yo disfruté viéndolos disfrutar.

 

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«Por favor, no empujen. Señores, por favor, no se amontonen. Calma, por favor, que hay soledad para todos…«.

Cita de Mundo cruel. 

Mundo cruel en República de las Letras

Reseña de «Mundo Cruel» en la «República de las Letras” que podéis leer aquí.

«Siglos tratando de encontrar la forma de comunicar y era tan fácil como hablarle al mundo tras la barra de un bar«.

Cita de Mundo cruel.