Sin que se sepa cómo ni cuándo, nos vamos enterando en esta plaza pública de que Joaquín y Julia («La Avispa» en pleno) nos dejaron. Son muchos los recuerdos, porque fueron muchos los años remando en el mismo barco, que nadie como ellos peleó por la existencia de una autoría española, cuando lo habitual en aquellos años era negarnos la existencia. Les conocí en Augusto Figueroa (su primera librería), en la que nos citaban para pedirnos textos. Y años más tarde, en el 83, ya en San Mateo, les hice el diseño de su primera colección cuando se lanzaron a editar (este que veis aquí, tan setentero). De Alberto Miralles fue el Nº 0. Otro amigo ausente, que se dejó media vida peleando porque se reconociera la existencia de la autoría española. Cientos de obras editaron, muestra palpable de que autores había, aunque no nos quisieran ver. Los que han ido incorporándose después seguramente ignoran el esfuerzo que supuso tener que reivindicar lo obvio. Pues bien, Joaquín y Julia fueron fundamentales, y a ellos, junto a otros muchos, les debemos que nos hayamos acercado un poco más a lo que debería ser la normalidad. Joaquín, Julia, gracias por vuestra ayuda.
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