Mundo cruel desciende directamente del Quijote en lo que a despropósitos se refiere. El sueño, como la locura, conlleva alteraciones de la percepción que nos permiten adentrarnos con mayor desenvoltura en la cara oculta de la realidad. Y aquí terminan las semejanzas, que lo que en el pasado era grandeza de miras, en el presente es más bien atolondramiento o mala fe. Lo que no es imputable al mensajero.
Valle también dejó su huella en las situaciones esperpénticas, que las hay —el humor compañero de la amargura—; aunque tal vez sea Jardiel —el más próximo de los referentes— quien mejor avale este modo de enredar con la ficción. Más lejano me queda el absurdo francés; aun así, habrá quien lo detecte, y algo de Ionesco puede que haya, pero poca cosa. La conexión con Monterroso fue sobrevenida. A todos mi agradecimiento porque, gracias a que ellos abrieron el camino, me fue más fácil adentrarme en el desquiciamiento que propone.
Esta será la nota de reconocimientos previa a la novela que podréis leer dentro de 80 días… Sigue la cuenta atrás.
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