Estamos en el ecuador de la cuenta atrás (faltan cincuenta días para que podáis leer Mundo cruel) y para que vayáis haciéndoos a la idea, os avanzo el comienzo del capítulo 65, en el que nos remontamos a los orígenes de Martín, su protagonista:

“Por tanto, y sin restarle importancia a las agresiones perpetradas por Negocios Peculiares, las causas que motivaron el intento de suicidio habría que buscarlas entre sus desastres personales, que nadie se quita la vida por una catástrofe financiera si tiene el corazón bien enraizado.

Venir al mundo en la posguerra, para empezar, no es un buen comienzo. Sus padres (él dentista y ella sus labores) no fueron los que proclamaron la Segunda República ni tampoco el Alzamiento Nacional; sin embargo, con ella afiliada a la CNT y él a Falange Española de las JONS, la contienda no les fue ajena. Aquel matrimonio fraguado años atrás con los acaloramientos de la juventud tenía los días contados. Al poco de casarse, y cuando de aquellos ardores apenas si quedaban los rescoldos, las ideas, mucho más combustibles que las pasiones, hicieron de aquel hogar un infierno. Imposible toda convivencia. Y como las circunstancias lo propiciaban, al iniciarse los combates, huyeron cada uno por su lado para luchar en bandos distintos, aunque con el mismo odio.

Dos años estuvieron disparando por ahí para acabar finalmente enfrentados junto al Manzanares: ella en la Cuesta de San Vicente y él en las tapias de la Casa de Campo (justo a un paso de donde, años más tarde, el hijo que aún no habían tenido intentaría quitarse la vida). Después de meses disparándose a matar, volvieron indemnes al hogar; pues, tras la victoria (o la derrota), las familias volvieron a amarrarse como Dios manda.

Con las ínfulas del triunfo, al falangista le fue creciendo un bigotito altanero, al tiempo que se le alisaba el pelo (aunque esto puede que fuera por efecto de la gomina), de forma que, peinado con la raya en medio, su cabeza parecía el dorso de una cucaracha. Y lo malo no es que lo pareciera, sino que así de repugnante lo veía ella. Al conseguir la plaza de dentista penitenciario, aquellos atributos capilares se fueron consolidando, y la imagen de ortóptero que lucía y el hábitat viscoso en el que estos insectos se desenvuelven, acabaron convirtiéndolo en un hombre sin entrañas: despiadado con la tenacilla, dicharachero en el cabaret y zafio en la cama matrimonial”.

Y así sigue. Aunque advierto: la novela no va de guerra civil.

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Por favor, no empujen. Señores, por favor, no se amontonen. Calma, por favor, que hay soledad para todos…“.

Cita de Mundo cruel. 

Mundo cruel en República de las Letras

Reseña de “Mundo Cruel” en la “República de las Letras” que podéis leer aquí.

Siglos tratando de encontrar la forma de comunicar y era tan fácil como hablarle al mundo tras la barra de un bar“.

Cita de Mundo cruel.