El no-lugar
En un dormitorio no muy amplio, en el que los muebles apenas si tienen aire para respirar, EL VIGILANTE y LA CAJERA fornican plácidamente (nada espectacular) cuando irrumpe en escena MARC AUGÉ, anciano prudente y respetuoso.
Marc Augé.–Disculpen si molesto, pero quería pedirles...
El Vigilante.–(Sobresaltado.) ¡La madre que me parió! ¿Pero qué coño hace este aquí?. (Seguir leyendo).
Obra teatral breve, sin estrenar. |